La historia cuenta que, desde mediados del siglo XIX una familia de origen portugués se radicó en la zona para actividades agropecuarias; Adolfo Silveira y Luisa, sus peones y familia de éstos. El patrón de estancia, cobraba las utilidades de su actividad en monedas de oro que guardaba celosamente en lugar sólo por él conocido. El destino lo cruzó con 2 forasteros llegados de Rocha, Miguel Paéz y Aurelio González, que se ganaron la confianza del Silveira e iniciaron una relación cercana en la vida de campo. Una noche, el 7 de mayo de 1901, invitados a la cena familiar y abusando de dicha confianza, los dos matreros masacraron a los miembros de la familia, llevándose 5 vidas. No se valieron del motín, pero sí de pasar a la historia como los dos últimos protagonistas del fusilamiento civil más emblemático del territorio nacional, acaecido 16 meses después de aquel múltiple homicidio, en la misma casa donde lo perpetraron.
Atrapados en Rocha, traídos a Montevideo y sentenciados a muerte, el itinerario al patíbulo en la estancia de Maldonado, resultó ser para la sociedad un hecho de atracción pública, repercusión en medios de prensa, y difusión en el tiempo histórico que se vivía. A partir de 1904 José Batlle y Ordóñez promueve un Proyecto de Ley para poner fin a los fusilamientos, y el 23 de setiembre de 1907 se establece finalmente la abolición de la pena de muerte en Uruguay, en la Ley Nº 3238. Páez y González fueron los últimos dos civiles sentenciados y ejecutados.
Los restos de la casa, 20 km distante de Aiguá, que están en un predio privado que ha pasado de dueño en dueño, es objeto de la invasión de la naturaleza, el deterioro de sus estructuras de piedra.
Consideramos muy pertinente y conveniente, en los procesos de recuperación del patrimonio que se han planteado para el quinquenio, atender la situación de este espacio físico, donde persiste casi en escombros, una historia familiar que hasta el presente tiene descendientes, el recuerdo de una época brutal y el significativo cambio de sensibilidad sobre la pena de muerte en Uruguay entrado el siglo XX, así como la leyenda del oro en la estancia de Silveira que hasta hoy produce atracción.
La estancia en ruinas, en acuerdo público – privado, debe ser contemplada como un destino en el circuito turístico previsto para Aiguá.
Sin más, solicitamos esta exposición sea cursada al MEC y por su intermedio a la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación; Intendencia de Maldonado y por su intermedio a Dirección General de Turismo para su remisión a la Comisión de Patrimonio local y Municipio de Aiguá.
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