Diputado Eduardo Elinger presentó varios planteos vinculados al Departamento de Maldonado. Entre ellos se destacan la actual situación del puente de “La Capuera” e iluminación en tramo de ruta Interbalnearia desde km 116.500 a km 118. También se refirió al ruinoso estado del Parador Playa Grande y de la particular situación de precariedad de la escuela 33 (Aiguá).
Situación del puente de “La Capuera”
En primer lugar, al puente de cruce peatonal ubicado en Ruta 93 en el kilómetro 109, frente a la entrada a La Capuera. Un puente cuya obra se inició en 2013, para permitir a los peatones cruzar de un lado a otro sin largas esperas, que en temporada superaban los 20 minutos conllevando riesgo de vida. La solución con este puente se adoptó tras la muerte de siete personas en una década por atropellamientos.
Este puente se ha ido deteriorando con el paso de los años, siendo sus estructuras de hierro carcomidas por el óxido por las inclemencias del clima marítimo y por su nulo mantenimiento, lo que configura un riesgo también presente para el peatón que lo cruza, y para los automovilistas por ruta. No de menor entidad es considerar que la imagen visual dada al ingreso a Maldonado por ese punto, se ve notoriamente desfavorecida.
En segundo lugar, la situación de alumbrado en zona de la rotonda frente al Club del Lago, Ruta Interbalnearia km 116.500. Es una zona de alto flujo vehicular durante todo el año, donde además se concentran centros comerciales y los accesos a urbanizaciones que se han ido multiplicando. La necesidad de iluminación vial en ese tramo es de urgente consideración, ya que se encuentra a oscuras cortándose allí la continuidad de la red de postes desde el km 116.500 al 118.
Estado del Parador Playa Grande
Es una afrenta que la marca país “Uruguay Natural”, destino turístico sol y playa, deportes al aire libre, turismo medioambiental en sus rincones mágicos, naturaleza privilegiada para fomento de la inversión y llegada de cruceros, tenga instalaciones ruinosas sobre la costa como el objeto de esta exposición.
El Parador, como lo exhiben las fotografías adjuntas a este texto, ubicado en Rambla de los Argentinos presenta un estado ruinoso de abandono, basural, contaminación ambiental, afectación de la imagen visual, deterioro de estructura, riesgo de derrumbe por corrosión y vandalismo, embistiendo y agrediendo la belleza del entorno natural. No solo es en si mismo una infraestructura en obsolescencia degradante, sino que genera la asiduidad de malvivientes e intrusos que hacen peligrar el paseo cotidiano, y nocturno, de visitantes y pescadores. Los residentes de la zona, contribuyentes que aspiran mantener el valor económico y vivencial de sus propiedades, ven desvanecer con estos ejemplos de construcciones abandonadas en plena zona de playas, el producto de su esfuerzo.
En el mismo sentido, el propósito del Estado de promover las zonas de gran belleza natural donde las experiencias a disfrutar resulten diversas, así como las divisas que ingresen al país por efecto del turismo sean sostenidas y crecientes, se tropieza con estas construcciones desidiosos y negligentes, sobre los médanos de una de las esquinas marítimas más hermosas de Piriápolis.
Por todo lo anterior y a la vista de que ha existido una indiferencia compartida entre las autoridades departamentales y el propietario privado que ha de responsabilizarse por las citadas afectaciones, se sugiere se intime al derrumbe total del (ex) parador.
Situación de precariedad de la escuela 33 (Aiguá)
Tomando por ruta 109, al norte del departamento de Maldonado, se han de recorrer 6 kms para, abrirse a la derecha por camino secundario y llegar al centro educativo Escuela RURAL No. 33 – Sauce de Aiguá, abierta a la comunidad desde 1944, desde los tiempos cuando plantadores de papa, criadores de animales y hornos de carbón hacían su desembarco en esta zona limítrofe con Lavalleja. Familias de productores agrícolas y ganaderos tuvieron en el centro educativo un espacio para el aprendizaje, la recreación y la incoporación de valores culturales locales. Hasta 150 niños llegó a albergar la escuela en tiempos de apogeo hace cinco décadas; actualmente la población escolar es pequeña, pero procede de familias de orígenes diversos ((ingleses, franceses, suecos) llegadas al territorio para desarrollar sus pequeños emprendimientos, en busca de un paisaje descontaminado y extensivo, donde, con austeridad pero gran vocación de trabajo, salir adelante. Nueve son los niños que asisten al centro educativo; solo una maestra / directora / referente institucional y familiar, los espera y forma.
La situación de precariedad de la propiedad es alarmante: techo de paja con sus tirantes pandeados, con riesgo de desplome y por el que el agua de lluvia pasa desmesuradamente; instalación eléctrica frágil, a la vista, propiciando un inminente incendio; carente de agua corriente de OSE, aljibe y balde mediante el maestro atiende los educandos; sin baño para su uso propio; sin espacio para recibir los padres; humedad, frío que cala los huesos, con la única asistencia térmica de una salamandra y la leña que traen los vecinos. Paredes con hongos que evidencian el paso del tiempo (y del agua), sin suficientes aberturas ni muros separativos apropiados para la mínima confortable habitabilidad.
Debemos expresar que este local, no pertenece a ANEP sino a privados, a modo de contrato entre partes, “hasta que haya niños que asistan al lugar, este edificio oficiará como ESCUELA PUBLICA”.
Llamamos a la escucha de esta situación por parte de las autoridades de la educación porque sabemos de primera mano, de la sensibilidad y el compromiso que les guía, en reconstruir las bases intrínsecas de la infancia, la familia y el entorno que, junto a la propuesta educativa, conforman un todo. Si bien la sociedad civil es miembro insoslayable en todo proceso de soporte comunitario (padres, vecinos, sociedad de amigos de la Escuela), en el caso de la educación rural, -creemos por lo que vemos en territorio, y evidentemente es un hecho que se replica en todo el Uruguay-, la comunidad hace colosales esfuerzos que pasados los años dejan ya de ser voluntarios, meritorios y motivacionales, para convertirse en obligatorios. Y es en ese momento que el Estado debe advertir e intervenir, y desde nuestro lugar de legisladores, Representantes del Departamento, debemos informar y cooperar en busca de soluciones efectivas y realistas.
Colonia de Vacaciones del Sindicato Médico (Hotel Alcion) Solís
De acuerdo a las facultades que me confiere el artículo 155 del Reglamento de la Cámara de Representantes, presento a Ud exposición escrita motivada por la situación de obsolescencia de construcciones que, -si bien en épocas pasadas rebosaron de prestigio y notoriedad, por situarse en un enclave geográfico de privilegio, por aportar divisas al turismo, sinergia en la comunidad que les daba arraigo, etc-, hoy por hoy, se encuentran en su mayoría en estado de abandono y olvido alarmantes.
Quisiera señalar el caso del singular Hotel ALCION, sobre la costa del Balneario Solís, allí donde ineludiblemente el transeúnte se enfrenta, si va camino a Piriápolis, por la ruta 10 desde la Interbalnearia. Un edificio emblemático, ideal para el descanso, el esparcimiento, la hermosa geografía de playas, sierras, la vista desde su acantilado al mar y varios centros cercanos de interés turístico lo convierten en un sitio muy singular durante todo el año.
En su tiempo de esplendor, constaba de 85 habitaciones, bares, salas de estar, salones, terrazas cubiertas, comedores, canchas tenis, piscinas. Lo favorecía una cercana estación de tren que traía pasajeros de Montevideo y contar con telégrafo, luz y teléfono. Sinónimo de prestigio a la hora de elegir donde vacacionar, el Hotel Alción recibió al Presidente Alfredo Baldomir en sus primeros años, y Luis Batlle Berres en la década del 50.
A mitad de siglo, en remate público, la Compañía Balneario Solís vende el Hotel a los inversores uruguayos Alegre Sasson. Tras una década, el Hotel Alción es adquirido por sus actuales dueños, el Sindicato Médico del Uruguay para Colonia de Vacaciones
El Hotel Alción desarrolló todas las propuestas turísticas para salir a flote: Colonia de Vacaciones para afiliados al SMU, público general, pasajeros temporales, promociones por el día como si fuese un Club. En sus años prósperos, sustentó la economía de más de 60 empleados del B° Solís y zonas aledañas (Gregorio Aznárez, Cerros Azules, Maldonado, Jaureguiberry).
En Octubre de 2016, la Comisión Directiva de SMU inicia la planificación de un
ambicioso proyecto de refacción y reconversión; se invertirían 5 millones en la refacción del Alción. Persistieron “inconvenientes burocráticos y administrativos” palabras del SMU en 2018; y nuevamente el tema fue retomado en junio 2020 con el Ministerio de Turismo, pero a la fecha, sin novedad.
No es mi voluntad ni el alcance de esta exposición, el evaluar la mala o pésima gestión que pudo haber llevado al actual estado ruinoso de lo que fue un establecimiento hotelero modelo. Sería un atrevimiento de mi parte ya que no soy médico ni nunca fui socio ni tuve vinculación, con toda esa infraestructura hoy casi en escombros. La pujas para sobrevivirlo, sin yo realizar valoraciones o pronunciamientos sobre ellas, las he dejado aquí expuestas. El objetivo fundamental de mi planteo es evidenciar la preocupación y hasta angustia que provoca a vecinos residentes y no residentes, la imagen que da dicho Hotel Alción / Colonia de Vacaciones del Sindicato Médico del Uruguay; una afectación visual y gran deterioro que degrada el valor de las residencias y zona circundante; esto amerita aunque sea inicialmente una intervención básica de albañilería y pintura.
Captura, cautiverio y comercialización de Lobos en Isla
De acuerdo a las facultades que me confiere el artículo 155 del Reglamento de la Cámara de Representantes, motiva la presente exposición escrita el referirnos a la captura, cautiverio y comercialización de lobos marinos que habitan la Isla de Lobos, costa de Maldonado. Esta isla, es una de las mayores reservas de lobos marinos del hemisferio occidental; reserva de Fauna a partir del Decreto 447/1996, integrante del «Parque Nacional de Islas Costeras», Sistema Nacional de Áreas Protegidas.
La Isla de Lobos presenta una población de 180.000 lobos marinos (Arctocephalus Australis); las hembras tienen un solo cachorro por año. También existe el león marino (Otaria Flavescens), con una población de 12.500 ejemplares en la Isla, que normalmente se alimenta de los peces de la franja costera, y son los que se acercan al puerto, embarcaciones deportivas y de pesca artesanal.
Por resolución Num. 85/2018, la Dinara habilitó la participación de empresas privadas en la captura y selección de lobos marinos destinados a acuarios y parques acuáticos extranjeros: “La captura y selección de animales serán realizadas en la Isla de Lobos, por el personal que la empresa compradora designe a tales efectos, con la fiscalización de funcionarios de la DINARA”. Y el periodo de captura fijado desde el 1 de abril al 31 de octubre cada año.
Hasta el 10 de abril de 2018, la captura se hacía por personal únicamente de Dinara, bajo Res. 392/2016, mencionando a la “firma compradora” y “acta de entrega” del ejemplar. Pero el cambio de modalidad, vino tras el argumento de que «la ausencia de los funcionarios durante los días de captura resulta perjudicial para la administración” como se expresa en el “Considerando I” de la citada resolución.
El mencionado S.N.A.P., exhorta a que en estas zonas, no sólo haya la menor alteración posible del entorno, -siendo el lobo marino declarado especie autóctona uruguaya-, sino que además, la participación de privados se acote únicamente a fines académicos, de investigación y difusión de conocimiento, evitándose la depredación de recursos naturales con fines lucrativos.
Los antecedentes históricos de faena indiscriminada de los que tenemos conocimiento, nos habilita a recelar el alcance de la participación de empresas en la captura, y desestimar el argumento de que la caza resultaría cuantitativamente inferior a la multiplicación de la población de lobos marinos. Direccionémonos hacia un nuevo orden en la regulación de los recursos del mar para que sigan siendo “sostenibles”, y preservar el patrimonio marino, en este caso, fiscalizando la situación en la Isla de Lobos.
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