En 1950, hace apenas tres generaciones, Uruguay era uno de los 20 países más ricos del mundo, más precisamente estábamos en el puesto número 17, acompañados por Alemania, Bélgica y Francia. Por aquel entonces, un trabajador uruguayo ganaba 50 por ciento más que un español.
A ese Uruguay llegaron inmigrantes de diversos rincones del mundo. Aquí encontraron una tierra de oportunidades. Era un país de primera, lo que José Batlle y Ordóñez había soñado desde Europa: “un pequeño país modelo” que luego construyó.
Uruguay era amable y justo. Su sociedad convivía en armonía, estaba orgullosa de tener un pueblo educado y valores cívicos con raíces profundas. Éramos conocidos como “la Suiza de América” y “la tacita de plata”; se escuchaba “como el Uruguay no hay”.
Tres generaciones después, estamos en el puesto 57 en el ranking de riqueza de los países. Un uruguayo gana casi la mitad que un español. Y la frontera del desarrollo nos queda cada vez más lejos. Los jóvenes sueñan con irse porque la tierra que los vio nacer no les permite imaginar el futuro.
Llegamos a la política para trabajar, para dejarle a nuestros hijos “la pequeña Suiza de América”, para que ellos puedan volver a afirmar “como el Uruguay no hay”.
Venimos con el espíritu transformador y optimista de ese primer Batllismo. Un espíritu que nos condujo a reunir a 300 profesionales y técnicos independientes para crear este programa de gobierno. Un proyecto de país con propuestas probadas, financiables y posibles, con las que nos proponemos recuperar nuestras mejores tradiciones y generar oportunidades de desarrollo.
Los invito a conocer nuestro sueño, a construir Un Pequeño País Modelo.
Programa de Gobierno