La mujer rural representa uno de los tesoros más valiosos del sector productivo del país, no solo por lo que ellas aportan al trabajo del agro sino por lo que significan para comunidades enteras que ven en sus cualidades un verdadero sostén social y familiar.
Sobre estos temas estuvimos conversando con Andrea Maddalena, quien es directora de Descentralización en Inmujeres y se desempeña como ingeniera agrónoma en el sector de agricultura de manera independiente desde hace muchos años. Además de su rica experiencia como profesional, su vocación le ha permitido entablar vínculos con diversas mujeres asociadas a las tareas rurales, parte de lo que ella denomina familias rurales.
Al respecto nos cuenta que le gusta hablar más de familia rural porque “siempre uno sale de la Universidad con la idea del productor rural y después de muchos años uno sabe que esa es otra forma de invisibilizar a la mujer rural que es tan protagonista en estas actividades como el productor rural…” Y se considera una mujer afortunada, más que una mujer rural porque dice que de ellas ha aprendido mucho desde sus experiencias y conocimientos en diversos rubros de la ruralidad.
“…Ellas me han enseñado desde su sabiduría y yo lo que siento es un enorme respeto hacia ellas y su trabajo…. Puedo decir que me considero una mujer agradecida por todo lo que he visto de ellas en cada vinculo que he establecido en esos ámbitos”.
Desde su impronta feminista y batllista, Andrea nos ilustra sobre estos aprendizajes de vida que ha tenido por parte de las mujeres rurales a lo largo de los años: “ siempre tuve la capacidad y la fortuna de poder compartir todas esas instancias con mujeres que están al frente de sus emprendimientos y que trabajan a la par (de los hombres) y que, además de las valoraciones de otros roles que tradicionalmente ellas cumplen en el campo, también deberían ser incorporadas en ese equipo que el productor rural genera, que es el visible.
…Hubo situaciones que me fueron pasando donde me di cuenta la necesidad que había de reivindicar a las mujeres, no solo en los derechos sino también en visibilizarlas como trabajadoras en ese ámbito profesional”. Al respecto recuerda una anécdota en donde, junto a otros compañeros de trabajo, siendo participes de unas jornadas de formación sobre productos agrícolas, se dieron cuenta que eran escazas las mujeres las que acompañaban, a pesar de que ellas también desempeñaban las mismas tareas que sus compañeros varones y, por tanto, seguro estarían interesadas en aprender de lo que allí se exponía. Fue uno de sus primeros llamados a la reflexión de la necesidad de empoderar a las mujeres rurales para generar una independencia en quienes así lo desean.
“Lejos está la mujer rural de ser solo una cónyuge colaboradora, como antes figuraba en el código rural, es una verdadera compañera de equipo. Entonces, cuando hablamos de autonomía económica, de empoderamiento, del transitar de las mujeres y todas sus vivencias en el ámbito rural, creo que el tema del conocimiento, la capacitación y el poder participar en espacios de toma de decisión son cosas que, hoy seguimos viendo que son fundamentales para que esas mujeres el día de mañana ….puedan verse como dueñas de sus creaciones, de sus emprendimientos, se sientan capaces de desarrollarse sin la dependencia del hombre… que su conocimiento además, sea valorado e incluido en el trabajo a nivel del campo”.
Entre sus tantas anécdotas de vida profesional, Andrea nos rememora sus intercambios con Martha Montaner, quien también fue productora rural y nos cuenta que la otrora legisladora le enseñó sobre el concepto de “nueva ruralidad” de la que nos contó: “ahora ya no podemos quedarnos con esa ruralidad más dura asociada a la fuerza física, sino que debemos aggiornarnos a las tecnologías que compensan esas desigualdades biológicas. Por ejemplo, en el rubro forestal hoy todo está tan computarizado que mucho del trabajo se reduce al producto intelectual, el cómo saber manejar una máquina, entre otras cosas. Lo mismo sucede con las retroexcavadoras, que es lo mismo si la maneja un hombre o una mujer, por eso, ya no es más el trabajo asociado a la fuerza sino al mundo de hoy”.
Finalmente aprovechamos a consultarle sobre la agenda que hay sobre la temática rural y los planes de Inmujeres para cooperar en esa agenda.
“…En la agenda histórica de las mujeres rurales hay varios temas que mantienen vigencia; uno de ellos es la violencia basada en género (hay mucho de violencia psicológica en cuanto a la invisibilización y falta de capacitación que repercute directamente en la autoestima), que hoy en Inmujeres lo estamos tratando, porque hasta la fecha no se había abordado, pero ahora nosotras estamos trabajando en un espacio de dialogo con mujeres rurales, con gremios y asociaciones. Estamos creando herramientas para combatir este problema desde lo territorial.
En este espacio también participa el MGAP y otras instituciones vinculadas al sector agropecuario.
En la agenda también se plantea la utilización del ocio y del tiempo libre, que tiene que ver con el tiempo para uno y que se le transite sin culpa. En el medio rural se ve que una tiene un tiempo libre y se piensa en que no se puede estar sin hacer nada; nunca una inversión para una.
Otro tema histórico tiene que ver con el acceso a la salud, que siempre es más complicado en el interior del país.”
Así, vemos que, como en la urbanidad, quedan en el medio rural muchas barreras para derribar respecto al rol de la mujer.
Sin embargo, en el medio rural existen otras también referidas al reconocimiento de su aporte, de su vivir fuera de su rol, del encasillamiento que vive respecto a las tareas que realiza.
Hoy sabemos que la mujer rural es además de la mujer del telar, la de las mermeladas, de las artesanías es la que realiza estas actividades
Habiendo compartido con Andrea, pudimos ver que, aunque siguen pendientes muchas cambios respecto a cómo entendemos el rol de la mujer rural. Conocer y empoderar a las mujeres rurales constituye un avance en el reconocimiento de las necesidades, la situación y las demandas de las mujeres rurales.
Toda acción gubernamental orientada a eliminar las barreras que impiden su empoderamiento económico, social y político, contribuye a la construcción de una sociedad más inclusiva y justa. Sin embargo, es necesario que estos esfuerzos se articulen a una política más amplia, tanto en el desarrollo rural, como del rol de la mujer rural, para así corregir sesgos y barreras de entrada que no permiten avanzar en la equidad de género.
Prosecretaria de políticas de género y diversidad.
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